presentes por
EL TRAPO
“ESTAMOS DE TOUR POR SUDAMÉRICA”… Un estandarte que representa a la hinchada de Atlético Nacional, es el frente o trapo que denominó la Barra Popular Los Del Sur, de Atlético Nacional, el gigante colombiano. En 2011 salimos campeones del torneo apertura del fútbol colombiano, lo que significaba que volvíamos a nuestro sueño y torneo más anhelado: ¡La Copa Libertadores! El torneo más importante a nivel continental y que tenemos la dicha de ser dos veces campeones, en 1989 y en 2016.

Ese trapo significó lo que representa la barra: ¡estar siempre presentes! Nos devoramos toda Colombia, y era nuevamente la oportunidad para copar todas las canchas sudamericanas. Lo curioso, es que en 2012 que volvimos a jugar Copa Libertadores, no fue la mejor presentación del club y quedamos eliminados frente a Vélez Sarsfield en octavos, pero fue el cimiento de una época dorada en donde volvimos a ganarlo todo, incluyendo la Copa Libertadores en 2016, fueron años de estar detrás del equipo por todo el continente.

A pesar de algunos baches administrativos en 2020, 2021 y parte del 2023, dejamos de figurar a nivel continental, no pasábamos de algunos repechajes o no teníamos las mejores representaciones en el continente, pero 2025 y luego de ser bicampeones en diciembre de 2024…volvemos a Copa, la casi obligación del club, estar año tras año disputando el torneo más importante y que añoramos.
Las energías se empiezan a sentir, inicia el 2025 y todos con la gran pregunta, ¿este año dónde vamos a estar? Lastimosamente por el eurocentrismo de la Conmebol, cada vez se hace más complejo lograr planificar los viajes, todo queda encima y no son de fácil acceso los viajes, tiquetes costosos, carreteras peligrosas y lejanas pero la ilusión de verte jugar porque sí. Antes los sorteos los hacían en diciembre, pero ahora nos toca esperar casi tres meses para saber qué rivales vamos a tener y a los 20 días del sorteo tener el primer viaje con todas las dificultades mencionadas. ¡Malditos dirigentes, no jueguen con la pasión de los hinchas!.
Empezábamos a observar posibles rivales, de acuerdo a los bombos o los equipos que iban clasificando y se percibía la posibilidad de poder estar en Argentina, Chile, Brasil o Uruguay, presentíamos que nos iba a movilizar hacia el sur del continente. Llegó el día del sorteo y las sensaciones fueron reales: Brasil y Uruguay, nuestros próximos destinos. Atlético Nacional enfrentó a Internacional de Porto Alegre, Bahía de la ciudad de Salvador de Bahía y a Nacional de Uruguay. Un poco atónitos, nos tocaba ir dos veces a Brasil y los dos equipos brasileños ubicados en los extremos (Bahía hacia el norte) y Internacional (hacia el sur), sin dejar de nombrar que Uruguay es otro destino lejísimo. Pero…Estamos de tour por Sudamérica. Nada nos iba a quedar lejos, porque el amor por Atlético Nacional no tiene fronteras.

URUGUAY
Aunque no estuve presente en Brasil, la representación fue masiva y cada hincha representaba el sentir de cada uno de nosotros…¡Siempre Presentes! Ahora sí, nos disponíamos para cerrar la fase de grupos frente a Nacional de Uruguay en Montevideo. Había cierta tensión, pero hubo códigos de “respeto”, a la hinchada de Nacional se les respetó en Medellín, viajaron pocos pero son amigos de dos de nuestros rivales acérrimos: Independiente Medellín (Rexixtenxia Norte) y el América de Cali (Barón Rojo Sur). A tal punto, que en el primer partido de Copa, éramos nosotros los locales y días previos jugó Medellín de local y algunos integrantes de la barra de Nacional de Uruguay estuvieron algunos de ellos y un frente abajo del nombre de la barra de Independiente Medellín.

LA ODISEA DE LOS TIQUETES: ESCALAS ETERNAS Y BOLSILLOS FLACOS
Desde que supimos que tocaba ir a Uruguay, la primera batalla fue con los tiquetes. ¡Qué dolor de cabeza! Eran carísimos y, para rematar, con unas escalas que ni les cuento. Uno, que está acostumbrado a la cercanía, a vuelos directos o con escalas cortas, se encuentra con la realidad de que para apoyar al equipo toca bancarse 15 horas en aeropuertos, viendo pasar la vida mientras uno solo piensa en el verde. La billetera lloraba, pero el corazón de hincha podía más. Sabíamos que cada peso invertido era por la pasión.
EL CHOQUE CLIMÁTICO Y LA MOVILIDAD CHARRÚA: DEL TRÓPICO AL FRÍO AUSTRAL
Y ni hablar del clima. Uno acá en Medellín, con este eterno «verano» tropical, siempre en pantaloneta y camiseta, y de repente ¡pum! aterrizamos en Uruguay a pocos días de que empezara el invierno. ¡Qué cambio tan berraco! Las chaquetas, los gorros, las bufandas… todo lo que para nosotros es de adorno, allá era vital. Se sentía el frío en los huesos, un frío que nosotros simplemente no conocemos. Pero ni eso nos detuvo. El aliento para el equipo era suficiente para calentar el alma.
Las calles frías en Montevideo.
Una vez en Uruguay, la cosa no mejoró mucho en cuanto a precios. Movilizarse era un lujo. Los taxis, el transporte público… todo te pegaba duro en el bolsillo. Estábamos acostumbrados a la facilidad de moverse en Medellín, donde en cualquier esquina encuentras un bus o un taxi que te lleva por poca plata. Allá era diferente, tocaba caminar, medir los tiempos, y pensarlo dos veces antes de subir a un carro. Pero la gente siempre se las ingenió para llegar al estadio, para estar donde tocaba. La hinchada de Nacional no se rinde ante nada, y menos ante unos cuantos pesos de más en el transporte.

LA PREVIA
Llegamos a Montevideo con la expectativa a tope. Un día antes del partido, el ambiente ya se sentía. La Barra Popular Los Del Sur convocó a un banderazo (esto se realiza en todas las ciudades del días un día antes del partido), esa explosión de color y cánticos que nos identifica. Y vaya que fue un banderazo memorable. En medio de un ventarrón que amenazaba con llevarse hasta el alma, las banderas y trapos verdolagas ondeaban con una fuerza indomable, como si el viento mismo se uniera a nuestra pasión. La energía era palpable, la hermandad entre los nuestros se reafirmaba con cada grito y cada abrazo. Era el preludio perfecto para lo que se venía, una demostración de que, sin importar la distancia, el aguante de la hinchada de Nacional no tiene límites.
Al día siguiente, con la ansiedad carcomiéndonos, nos dedicamos a explorar un poco la ciudad. Y, por supuesto, nuestro recorrido tuvo un destino obligado: el Estadio Centenario. Caminar por sus pasillos, sentir la historia que emana de cada rincón de ese mítico escenario, fue algo indescriptible. Esos arcos, esas tribunas que han sido testigos de gestas futbolísticas legendarias, nos recordaban la grandeza de este deporte. Y lo más curioso es que, a pocas cuadras, se alzaba el Gran Parque Central, el estadio de Nacional, evidenciando la rica tradición futbolera de la capital uruguaya. Nos maravilló cómo en tan poca distancia se concentraba tanta historia.
Más allá del fútbol, la experiencia en Montevideo nos dejó el recuerdo de una comida rica y en grandes porciones. Aquellos platos contundentes, perfectos para recargar energías después de horas de cánticos, eran un deleite. Pero había algo que contrastaba con la calidez de su gente y la pasión futbolera: una soledad en las calles que nos llamó la atención. Las avenidas, a menudo desoladas, le daban un aire de tranquilidad casi melancólica a la ciudad. Era un choque interesante con el bullicio al que estamos acostumbrados en nuestras ciudades, y con la explosión de pasión que generábamos los hinchas de Nacional.

EL PARTIDO
Y llegó el día del partido. Las tribunas se tiñeron de verde y blanco. Desde el primer minuto, lo supimos: fuimos locales en aguante a pesar del impresionante oleaje de frío. Nuestros cánticos resonaban, ensordeciendo a la hinchada local. Saltábamos, gritábamos, empujábamos al equipo con cada fibra de nuestro ser. El partido fue intenso, disputado, y cuando el empate parecía sentenciado, la crueldad del fútbol nos golpeó. Un gol sobre el final, un 0-1 que nos dejó con un sabor amargo en la boca. Perder sobre el final duele, y mucho. Pero a pesar de la derrota, la buena noticia es que pasamos segundos, lo que significa que el sueño de la Libertadores sigue vivo. Y el próximo rival, nada más y nada menos que Sao Paulo en agosto. Ya estamos contando los días para volver a copar. La derrota, aunque dolorosa, no empañó el orgullo de saber que, en tierras ajenas, demostramos quién tiene el verdadero aguante. No es solo ganar o perder; es la pasión, la entrega, el sentimiento inquebrantable que nos une a estos colores. La otra barra no se escuchó, no se sintió. Salimos en nuestro buses en total tranquilidad.

Argentina nos esperaba, pero esa es otra historia (se las debo, amigos)…Con el corazón dividido entre la frustración por el resultado y la satisfacción de haber representado con honor a nuestra hinchada, emprendimos el regreso. Tomamos el Buquebus con destino a Argentina, pero ese viaje, esa escala en Buenos Aires y las historias que surgieron allí, son para otra crónica. Por ahora, nos quedamos con el recuerdo de Montevideo, de un banderazo épico, de un Centenario cargado de historia y de la certeza de que, sin importar el marcador, la hinchada de Atlético Nacional siempre será local en donde juegue.
El supuesto cronista muerto del frío en Uruguay.

Al final, con todos esos obstáculos, el viaje fue épico. Ver a Atlético Nacional en otra cancha, sentir la energía de la barra unida a pesar de la distancia y las adversidades, eso no tiene precio. Cada peso gastado, cada hora de espera, cada escalofrío por el frío, valió la pena por el escudo. Esto es lo que significa ser barra, ¿o no, parceros? Aguantar lo que sea por los colores.
¡Hasta la próxima!



