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Chupas y parkas (II): Entrevista

Chupas y parkas (II): Entrevista

CHUPAS Y PARKAS (II):

ENTREVISTA A RUBEN OLIVARES Y DANIEL LLABRÉS

Tras visitar la exposición Chupas y Parkas y traeros una crónica de lo que allí vivimos, decidimos ponernos en contacto con dos de las personas que más saben de las culturas que protagonizan la exposición: Rubén Olivares (reconocido escritor y rocker catalán) y Dani Llabrés (escritor valenciano especializado en la cultura mod). Os dejamos con la interesante charla que mantuvimos con ellos:

Es muy difícil resumir en pocas líneas vuestras subculturas. Ser mod o rocker no ha sido solo una forma de vestir, sino algo intrínseco que os atravesaba. ¿Cómo llegaron dichas subculturas a vuestras vidas?

RUBÉN OLIVARES: Personalmente, comencé a interesarme por la movida rocker en el año 1985. Entonces el rock and roll y la cultura que conlleva estaban a pie de calle. Los adolescentes de mi generación encontramos el ambiente propicio en radios, revistas y televisión y una generación anterior de rockers que tuvimos como referente.

A nivel de bandas era la época gloriosa de Loquillo (su disco «Los Tiempos Están Cambiando», que había sido reeditado ese mismo año, me cambió la vida) también Los Rebeldes y la presencia que había tenido Elvis Presley en mi casa.

Me atrajo primero la música y la estética, que eran muy impactantes. Como era una persona muy curiosa, comencé a querer conocer mejor de dónde procedía toda aquella música en que se inspiraban las bandas españolas y de ahí conocí a Gene Vincent, Crazy Cavan, Eddie Cochran o Buddy Holly, entre muchos otros. A partir de ahí, seguí con esta afición hasta el día de hoy. Casi 40 años.

DANIEL LLABRÉS: Siempre cuento que lo mod llegó a mi vida por simple descarte. A mediados de los 80, en España, las llamadas “tribus urbanas” eran omnipresentes, estaban por doquier: en la tele, en los periódicos, en las revistas, los cómics, por la calle… A mí me tenían completamente fascinado y solo sabía que quería ser parte de todo aquello. Pero con tan solo 14 años mi vida social era bastante limitada y en mi microcosmos de colegio de curas de provincias no abundaban los seres subculturales. 

Recuerdo que la información me llegaba difusa, con cuentagotas y mayormente contradictoria, pero que cada vez que leía o escuchaba algo sobre alguna de esas tribus lo apuntaba en la guarda de mi libro de Ciencias Naturales: los punks visten así, los skins asá; los heavies escuchan tal música, los siniestros tal otra; los mods van en estas motos, los rockers en aquellas… Cuando creí tener suficiente información, simplemente, fui descartando (“estos son demasiado deprimentes, estos van demasiado sucios, aquellos tienen el pelo demasiado largo…”) y tras la criba solo me quedaron los mods. Así de reflexiva fue la decisión que acabó marcando toda mi vida (risas). 

Cualquiera que piense en los rockers, hace que su cerebro vuele desde Estados Unidos o las Islas Británicas (lugar al que acuden nuestros pensamientos si nos imaginamos a un mod). Pero aquí, en el Estado español, también escribisteis un pedazo de historia. ¿Recordáis los primeros años de estas subculturas en España? ¿Cómo eran?

R.O.: Hay que separar dos épocas. En España el rock and roll llegó de EEUU simultáneamente con el resto de países europeos en 1956, se editaron discos y no se prohibió, a pesar de comentarios que he escuchado que comentan lo contrario. Lo que ocurrió fue que la juventud española de mediados de los 50 no tenía la disponibilidad económica para comprar discos o tocadiscos. La radio emitía en casi su totalidad copla, canciones italianas o flamenco y relegaba al rock and roll a algo anecdótico. El rock and roll entró en España a través de las emisoras de radio de las bases norteamericanas (Zaragoza, Torrejón de Ardoz o Rota) y por los puertos de Valencia o Barcelona, donde los marineros llevaban discos que escuchaban en los locales que frecuentaban. También fue muy importante la referencia del rock italiano o francés, que llegó a nuestro país en un primer momento con una fuerza incluso superior a la norteamericana o inglesa, con artistas como Johnny Halliday o Adriano Celentano.

La entrada del rock and roll en España fue, pues, por un cúmulo de circunstancias, no por una sola. Surgieron bandas y solistas como Los Estudiantes, Bruno Lomas, Chico Valento, Rocky Kan o Sirex y Mustang. Sin embargo, en España el estilo no se asentó hasta aproximadamente 1960. El rock and roll tuvo entonces un auge en nuestro país, pero coincidió con la decadencia del género en Estados Unidos y el resto de Europa. El toque de gracia lo dio la aparición de los Beatles y la música beat en 1963.

Un punto muy importante a señalar, es que no fue lo mismo la España de 1955 a la de 1965. La sociedad había cambiado radicalmente debido a los planes de desarrollo y la llegada del turismo masivo. Esto fue uno de los puntos vitales de por qué se aceptó masivamente la música de los Beatles más que la de Elvis Presley y el resto de pioneros del rock. La presencia de la música moderna en España comienza más o menos aquí, y por eso en nuestro país hay un déficit importante de conocimiento del rock and roll primigenio.

La segunda ola del rock and roll vino a finales de la década de los 70 y principios de los 80, y coincidió con la que se daba en Europa con el movimiento revival. En este espacio temporal se asentó mucho más en España que en la primera y el rock and roll estaba en la calle, formando parte del cambio político que se vivía en las ciudades españolas. De ahí, surgió la generación de rockers que me precedió y que fue pionera. De esta segunda hornada, surgieron Loquillo y los Intocables, Bulldog, Los Rebeldes, Rey Lui o Tennessee, por citar los más conocidos; mientras que en los foráneos podemos citar a Crazy Cavan and the Rhythm Rockers, Matchbox, Freddie Fingers Lee o Riot Rockers.

D.L.: Los mods nacieron y murieron en la Inglaterra de los 60, si bien a finales de los 70 hubo un revival mod (abanderado por Weller y sus Jam) que, gracias a la película Quadrophenia, se internacionalizó llegando hasta el último rincón del mundo occidental. Lo mod aterrizó en España con la transición y en el mismo pack que el resto de subculturas. Pero a diferencia del Reino Unido, aquí no teníamos referentes previos o, dicho de otra manera y en nuestro caso, en España no tuvimos mods en la década de los 60. Lo cual, si cabe, aún dificultaba más la cosa (o la hacía más interesante, según se mire). En los 80, las primeras ciudades españolas que vieron aparecer mods fueron Madrid y Barcelona y ya entonces sus integrantes (fieles, más bien) tenían el mismo espíritu DIY (Do It Yourself) que ha marcado, desde siempre, la escena mod: que en la radio no sonaba la música que te gustaba, hacías tu propio programa de radio; que no había actuaciones de grupos mod, montabas tu propia banda; que no había revistas para mods, editabas tu propio fanzine (o modzine en nuestro caso) y así con todo. Creamos desde (casi) 0 nuestro pequeño, particular y hedonista universo. 

Mods sentados frente a la sala madrilega Quadrophenia

Ser rocker era (y es) una religión, pero no tenía una biblia escrita. Los hay que les flipaban las motos, mientras que a otros los de las dos ruedas no lo llevaban bien, otros coleccionaban fanzines, mientras otros hacían lo mismo, pero con vinilos. ¿Había algo intrínseco en la cultura que os uniera a todos? 

R.O.: En primer lugar, hay que dejar claro que hay unos rasgos comunes. Primero, el rock and roll es la música que es la que nos une indisolublemente a todos, con las peculiaridades y gustos personales que tenga cada uno. El movimiento del rock and roll es muy amplio, según la variante del rock and roll que escuches. En España, en cuanto a estética fue muy heterogéneo durante la década de los 80, donde éramos, salvo pocas excepciones, rockers hasta aproximadamente 1993, donde empezó a variar la gente de vestimenta según comenzaron a disociarse debido a la influencia que venía de Inglaterra y Estados Unidos en rockers: teddy boys, ton-up rockers o hepcats entre otros, escuchando, dentro del amplio marco del rock and roll, tendencias concretas, que si bien separaba gustos particulares, no nos movió del rock and roll de toda la vida. La mayoría de rockers guardan como oro en paño sus vinilos, sus fanzines de época y a los que les gustan las motocicletas exactamente lo mismo. Tenemos un espacio común, la música, que nos reúne a todos.

Al ser una cultura juvenil, afectaba a todo hijo de vecino. ¿Hay alguna conexión especial entre los rocker y los mods y las gradas de fútbol? ¿Había/hay algún grupo futbolero que se compusiera en su mayoría (o en gran parte) por rockers o mods?

R.O.: La movida del rock and roll no deja de ser un reflejo de la propia sociedad y a muchos rockers les gusta el fútbol o no, como puede gustar las motocicletas, los coches o simplemente no gustarle ninguna de estas dos aficiones. En absoluto, el ser rocker es algo aislado, que cierre puertas a nada ni que imponga gustos. Me consta que hay rockers que eran y son miembros de grupos futboleros, pero no grupos únicamente de rockers, sino confundidos con otros aficionados. Quizá, los grupos aislados del fútbol eran más propios de otros movimientos juveniles. 

D.L.: Poco te voy a poder contar sobre esto, pues el deporte en general y el balompié en particular no se encuentran entre mis debilidades y vicios, que no son pocos. Tengo un montón de amigos mods futboleros que antaño no se perdían una tarde dominguera de fútbol, que iban en cuadrilla y exhiban en las gradas sus parkas, proclamas y pancartas de “MODS”. Aficionados al Sporting, Zaragoza, Valencia, Real Madrid, Atlético, Athletic, Sevilla, Betis… Algunos pertenecieron, en sus orígenes, a conocidos grupos ultras que abandonaron cuando la politización y la violencia se volvieron la regla general. 

Fotos de época de secciones de grupos ultras españoles formadas por mods. Arriba, mods maños, abajo sus homólogo del Atlético de Madrid

Somos una marca de ropa, así que hablemos de la ropa. La elegancia que desprendía es recordada en la actualidad. A esos voluminosos tupés, siempre le acompaña alguna chupa de cuero. ¿Recordáis alguna marca en especial que vistierais? ¿Cómo era el proceso de conseguir la ropa en un momento económico delicado como el que os tocó vivir?

R.O.: En España, en los 80 la vestimenta de los rockers era prácticamente la misma: cazadoras de cuero, camisa de cuadros, pantalones tejanos, botas camperas acabadas en punta. Había teddy boys (muy pocos) que tenían una estética sensiblemente diferente, como ahora desglosaré. Hay que destacar, en lo que a vestimenta se refiere, que tanto rockers como teddy boys y ton-up boys, tienen vestimenta sensiblemente diferente, a pesar de pertenecer al mismo movimiento. Los teddy boys adoptaron las levitas largas de colores sobrios o de colores o americanas con vueltas de terciopelo, corbata de lazo o corbatín, camisa, zapatos de plataforma con suela gruesa de crepé, llamados creepers y el cabello peinado con brillantina. La levita o la americana de paño, actuaba como insignia diferencial y de reconocimiento. Este estilo de vestir enlaza, con la moda de la época de Eduardo VII, el llamado «eterno príncipe de Gales», quien reinó desde 1901 a 1910 y de cuyo nombre toman, pues es de Eduardo en el que el nombre se deriva a Teddy. Con esta vestimenta buscaban una identidad, una diferencia entre la ropa que vestían con sus mayores y el resto de la juventud. La levita podía ser tipo americana o la más frecuente de corte largo, estaba normalmente hecha de lana para aguantar el frío inglés y con muchos bolsillos con vuelta de terciopelo, combinada con un chaleco y pantalón normalmente del mismo color que esta. Muchas eran confeccionadas por sastres y estaban hechas a medida.

En cuanto a las Teddy-Girls, adoptaron la moda americana de las amplias faldas y los pantalones de torero, culminados con camisas de corte bajo. También, usaron trajes de chaqueta y pantalón con camisa blanca y lazo.

Los rockers visten cazadora de cuero negro remachada con tachuelas, (en el caso de los ton ups, de una manera profusa, pintadas a la espalda de manera artesanal, con dibujos, emblemas o textos. Las camisetas son habitualmente negras o blancas o de rayas, pantalones tejanos o de cuero con dobladillo hacia fuera y zapatos en punta o botas. Se peinan con tupé, llevan patillas (en la década de los 50 a ras de oreja, mientras que en la década de los 70 son mucho más largas), mientras que como complementos llevan bufanda blanca y gafas oscuras.

En cuanto a las chicas rockers, utilizan una vestimenta idéntica a la de los chicos; recogiéndose generalmente el pelo en largas colas de caballo o con el pelo corto, también utilizándose el peinado «panal de abejas» con flequillo corto. La generación de «teddy boys» de la década de los 70 adoptó muchos aspectos del estilo de los años 50, pero con una influencia innegable de la estética de este espacio temporal, que incluían colores más extravagantes para las levitas, con la añadidura de llevar el pelo mucho más largo que dos décadas atrás. Era algo prácticamente inevitable, debido a la flexibilidad de las modas. La moda teddy boy se hizo generalmente más sobria en décadas posteriores, mientras que la rocker apenas sufrió evolución.

En cuanto a marcas comerciales, puedo puntualizar quizá algunas en los pantalones tejanos, pero no es la nuestra una movida de marcas, sino de sentimiento, pues hubo muchos detalles de nuestra manera de vestir que fueron artesanales, sobre todo en los 80. Hoy tenemos excelentes sastres, modistas y tiendas de ropa especializada dentro de nuestra movida.

Foto de teddy boys, de origen desconocido

D.L.: No olvidemos que estamos hablando de una época preinternet donde las cosas no estaban al alcance de un clic y no existían las compañías aéreas low cost. En la España de los 80 los mods conseguíamos ropa original de los 60 asaltando los armarios familiares, comprando en rastros y mercadillos callejeros o gracias a algún amiguete con suerte y recursos que viajaba a Londres. Por aquel entonces, buscábamos compulsivamente americanas de tres botones, camisas con los cuellos abotonados, pantalones sin pinzas, corbatas estrechas, gabardinas… Además, la mayoría de adquisiciones debían pasar por las expertas manos de madres, abuelas o modistas para adecuarse a nuestros gustos e imperiosas necesidades. A día de hoy, encontrar cualquiera de estas prendas es la mar de sencillo, pero entonces era prácticamente como buscar el arca perdida. Ya en los 90, nuestra obsesión por los mods originales era tal que toda la ropa nos la hacíamos a medida, en un sastre, como hacían los mods ingleses de los años 60. Era la única manera de hacernos con camisas de puños franceses con cuello para alfiler, corbatas a juego con el pañuelo de las americanas, pantalones de cintura baja con tapa en los bolsillos y aberturas en forma de V invertida en los bajos y demás prendas con un sinfín de detalles solo perceptibles para el entrenado ojo mod. 

En cuanto a las marcas, así a bote en pronto recuerdo que en los 80 íbamos a la caza y captura de polos Fred Perry, vaqueros Levis, camisas Ben Sherman, camisetas Lonsdale, mocasines Loake con la suela Dr. Martens y cualquier atavío de tiendas londinenses como Cavern, Shellys, The Face o Merc.

Colegiales y «mods» madrileños en el concierto del grupo Los Elegantes, en 1982, el último de rock celebrado en el Johnny.

Y sí, la música fue otro punto fuerte en vuestra cultura. Ahora vemos como cualquier cantante mainstream llena el Bernabéu 4 días seguidos, pero antes no era así. Contadnos un poco cómo eran en esa época los conciertos. ¿Había tanta autogestión como se cuenta? ¿Recordáis alguna anécdota o concierto en especial?

R.O.: En España, a nivel general, ha habido muy poca cultura y formación musical de base. Siempre ha existido, a nivel general, poco criterio con la música y siempre se ha tendido a fomentar y exaltar lo comercial y dar poco valor a lo underground. Se da la paradoja, que el rock and roll clásico fue una revolución cuando apareció a mediados de la década de los 50 del pasado siglo. Fue la música de la adolescencia y la juventud mundial hasta aproximadamente 1963, cuando los Beatles y el movimiento beat lo relegó a circuitos alternativos. En 1968, tuvo otro momento de ascenso con la reedición de «Rock Around The Clock» de Bill Haley, y a mediados de los 70, el movimiento revival lo trajo de nuevo a la primera línea de la cultura popular. Paradójicamente, los primeros conciertos de los años 80 de rock and roll clásico a los que empecé a asistir se celebraban en salas de conciertos mayormente, y sí, tal como citas, había mucha autogestión, pero no más que ahora. Había y hay que ser muy valiente para jugarte tu dinero contratando artistas y que la gente te responda, por lo que muchas veces la figura del promotor de conciertos había (y hay) un fan en toda regla. Actualmente, se da la paradoja, que quizá el rock ya no está a nivel de medios, pero existen grandes festivales donde acude muchísimo público, como los que se celebran en España: el Screamin Festival de Pineda de Mar, el Big Bang Festival de Las Palmas de Gran Canaria, el Rockin Race de Torremolinos o los conciertos que organizan Rockersaurios RC en Madrid.

El concierto que mejor recuerdo y del que más disfruté fue en el KGB barcelonés el 5 de enero de 1990. Fue una gira llamada Rockin 80´s y actuaba Crazy Cavan, Freddie Finger´s Lee y Breathless. Recuerdos y anécdotas de este y otros conciertos tengo muchísimas, pero una que recuerdo muy divertida es que a Cavan en la cena, le trajeron un plato de sopa muy caliente, y para enfriarla, no dudó un momento en rebajarla con vino de Rioja. Un crack.

Festival Rockin Race Jamboree celebrado en Torremolinos

D.L.: Había tanta autogestión como se cuenta y sigue habiéndola. Los seres subculturales somos los magos de la autogestión. Desde siempre hemos organizado nuestras propias pinchadas, fiestas, festivales (que, entonces se llamaban concentraciones o meetings) y conciertos. Además, hay que tener en cuenta que la música que nos gusta (soul, R&B, ska, mod jazz, boogaloo…) ha estado generalmente entre lo minoritario y lo marginal. Por lo tanto, si queríamos escucharla en vivo no nos quedaba otra que organizar nuestros propios conciertos. 

Recuerdo con especial cariño el concierto que dio el soulman neoyorquino Dean Parrish en Madrid en 2007, organizado por el añorado S.M.A.R.T. club y acompañado por los (aún más añorados) Al Supersonic and the Teenagers. Pocas veces he visto tal comunión entre músicos y público. Aunque icono de la escena northern soul, Parrish apenas había editado un puñado de singles y era un completo desconocido para la mayoría de los aficionados al soul, ni qué decir para el común de los mortales. Estoy convencido de que recordó aquel concierto hasta el final de sus días. El hombre no daba crédito viendo a aquel puñado de chavales del otro lado del charco que le recibían como Cristo resucitado. Por cierto, que en la expo podéis encontrar el cartel de aquel concierto firmado por el propio Dean. 

Festival Yeyé que, este año, celebra en Gijón su 30 edición

No queríamos dejar de lado algo que, desde nuestro punto de vista, es la base de cualquier cultura: los medios de difusión. Una época, en la que solo había dos canales de televisión (y más de lo mismo de la radio). Floreció la cultura de los fanzines. Hoy en día, para los coleccionistas de estos, es fácil hacerse con fanzines de diferente temática, pero en su momento no era así. ¿Cómo era el proceso de creación y difusión de los fanzines?

R.O.: El fenómeno de los fanzines se produce, sobre todo, durante la década de los 70 y alcanzarían su punto álgido en la década siguiente. La mayoría de ellos estaban elaborados de manera artesanal, incluso escritos a mano y fotocopiados. En el mundo del rock and roll fueron poco menos que imprescindibles, junto con algunos programas de radio como «Torçant l’ Agulla» de Joan Tortosa en Barcelona, «Flor de Pasión» de Juan de Pablos o «Champú, Peine y Brillantina» de Rafael Abitbol. Todos daban a conocer, unos más que otros, e informaban – sobre todo los fanzines – de cualquier noticia, sobre conciertos o discos, tanto de grupos actuales como pretéritos. Muchos de estos fanzines realizaban traducciones de entrevistas realizadas en el extranjero e introducían artículos de opinión, siempre dentro de un marco de marginalidad con respecto a la música oficial radiada en las radiofórmulas y escrita en revistas musicales convencionales. Los fanzines más relevantes, entre los muchísimos que circulaban en España fueron: Tutti Frutti en Barcelona, Ready Teddy o Pink Cat en Madrid, dirigido por José L. Arnuero (Sejo) o Rock-M-Ola en Bilbao, que convivieron con la aparición de la revista Ruta 66 en 1985, que fue un poco la continuación de las revistas barcelonesas Star o Vibraciones, y que fue el mejor contrapunto a los fanzines de la época. Personalmente, colaboré en la fundación, junto a Jorge Martínez y Carlos Díaz, en la revista del Club Elvis en 1991, que a día de hoy continúa gracias a la impagable labor del presidente Joaquín Luque. Más adelante, en 1993, fui también fundador y colaborador en una idea de Carlos Díaz: la revista Rock Teraphy.

Algunos de los fanzines surgidos en diferentes épocas.

D.L.: Los fanzines fueron una herencia del punk que el revival mod británico exportó al resto de las escenas mod mundiales. En el Reino Unido aparecieron a centenares y España no se quedó a la zaga. Rara era la ciudad española mínimamente grande que no tenía uno o varios modzines. Al principio, consistían en poco más que un puñado de fotocopias precariamente maquetadas y unidas con grapas, si bien desbordantes de pasión en cada renglón. Los comprabas en alguna fiesta (“allnighter”, en el argot mod) y en su interior encontrabas, además de reseñas de maquetas musicales y entrevistas a bandas y artículos sobre tal o cual artista o género musical, listados de otros modzines que podías adquirir, normalmente, enviando dinero por un giro a un apartado postal (sí, ya sé que en chino mandarín os habría quedado más claro… pero así nos las gastábamos en el jurásico, queridos amigos). 

Llegados a este punto y con toda la información recogida como para editar un fanzine solo con nuestra entrevista, os dejamos carta blanca para comentar lo que queráis, no sin antes agradeceros el tiempo invertido en constatar a esta entrevista. Sin duda, este será el artículo más largo e interesante que recogeremos en nuestro blog.

RUBÉN OLIVARES: Pues resumiendo: la exposición «Chupas y Parkas» ha sido una ocasión excepcional para dar a conocer al gran público la cultura rocker y teddy boy en nuestro país. Sobre todo, se ha de colocar el movimiento juvenil al que pertenecemos en el tiempo y el espacio vitales que vivían entonces Europa y nuestro país en particular, cuando tuvo su eclosión, la situación política y social, que era muy diferente a la actual y ayudar a rebatir algunos clichés y sambenitos que injustamente se nos otorgó. Personalmente, no tiene nada que ver con la película Grease, y sí más con American Grafitti o The Wanderers.

Los rockers fueron y son un movimiento enormemente vital que defiende su música y su modo de vida y la comparten con la sociedad, no se enfrentan con ella. Aportan cultura.  Me gustaría dar mi más sincero reconocimiento a Sejo Rocky (José Luis Arnuero), presidente de Rockersaurios Rocker Club, pues su ayuda ha sido fundamental por la parte rocker de la exposición a nivel de aportación de memorabilia, ropa, fanzines y contacto de artistas. Sin él, hubiera sido muy complicado poder trabajar desde Barcelona. También, a Carmen González Rodríguez, Pablo Paz y Charo Carrasco por sus aportaciones, y al gran fotógrafo y músico Olaf Pla, por hacer de intermediario entre el museo y yo mismo.

DANIEL LLABRÉS: Yo seré más parco en palabras (disfrutad de la excepción que confirma la regla): suerte con la transcripción de la entrevista telefónica (risas) y agradecimientos a raudales para todos los que os habéis pasado por la exposición o sus múltiples actividades. ¡Nos vemos en la pista de baile! (o, en su defecto, en la barra). 

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